El denominado infarto al miocardio, más conocido como ataque al corazón o paro cardíaco, es un mal cada vez más frecuente en nuestra sociedad. El modo en el que vivimos hace que, a pesar de nuevas técnicas e innovadoras tecnologías, cada vez lo sufran más personas. Y lo peor es que muchos no le dan la importancia que merece.
Ante todo, es importante considerar que el corazón es el órgano del cuerpo humano que más trabaja, ya que se ocupa de bombear sangre rica en oxígeno y nutrientes vitales a través de las arterias hasta el resto de los órganos y tejidos del organismo. Dispone de su propio sistema arterial (las arterias coronarias), que transportan la sangre oxigenada al músculo cardíaco o miocardio. El infarto es la lesión que se produce cuando la irrigación sanguínea descrita anteriormente se detiene por algún motivo.
Cabe destacar que hay personas que tienen mayores probabilidades de sufrir infartos que otras. Los factores de riesgo más comunes son los siguientes: edad avanzada (las personas mayores de sesenta años son más propensas), el sexo (los ataques al corazón se dan con mayor frecuencia en hombres), la herencia (los individuos con familiares directos que haya tenido antecedentes de haber padecido infartos tienen más posibilidades que otros), el consumo de tabaco, la hipertensión arterial, la diabetes mellitas, la obesidad y el sedentarismo.
Es importante hacer un apartado con las principales señales que tienen los infartos. Éstos se caracterizan por un dolor torácico intenso y prolongado, muy similar a una presión intensa. De hecho, esta molestia puede extenderse a otras zonas del cuerpo, tales como los brazos y hombros (especialmente del lado izquierdo), la espalda e incluso la mandíbula y los dientes. Es bueno tener en cuenta esto aspectos del ataque cardíaco, ya que mientras más dura el paro, más daño sufrirá el corazón y lamentablemente habrá más posibilidades de morir. Es esencial actuar rápido ante los signos mencionados anteriormente, para que la lesión no sea irreparable.
Hay varias recomendaciones que se pueden tener en cuenta para reducir los riesgos de padecer un ataque al corazón y que son muy valiosas ya que el hecho de tomar las medidas apropiadas puede marcar una diferencia enorme. La prevención en relación con las enfermedades es, sin lugar a dudas, una de las formas más seguras de mantenerse sano y activo, sin importar la edad. En lo que respecta al infarto, lo mejor es cambiar diferentes aspectos del estilo de vida. A veces los factores no son modificables, como por ejemplo la herencia o la edad, pero sí es posible beneficiarse con diversas pautas saludables.
En primer lugar, los individuos que desean prevenir enfermedades cardiovasculares deben llevar a cabo chequeos médicos regulares. Es importante que haya un compromiso de parte del paciente de seguir al pie de la letra todo lo que indica el especialista después de observar el resultado del examen, más que nada si existe algún tipo de desorden metabólico que requieren de planes de alimentación sana o medicamentos específicos.
Para prevenir un infarto es recomendable llevar una dieta saludable, mantenerse alejado de sustancias perjudiciales (como por ejemplo el tabaco y el alcohol) y realizar ejercicio físico de forma regular. Estas simples acciones pueden tener un impacto realmente positivo en la calidad de vida de las personas que las llevan a cabo. No sólo favorecen a los individuos con probabilidades de padecer ataques cardíacos, sino también a toda persona en cualquier aspecto relacionado con su rutina y su salud en general.
Por último, es imposible dejar de lado que también es útil incorporar toda clase de hábitos que contribuyan a una correcta circulación de la sangre, tales como: el uso de calzado cómodo y de ropa no demasiado ajustada, con el objetivo de tener una adecuada oxigenación.